¡Soy profesora de Educación infantil!
¡Al fin soy profesora de educación infantil! Os voy a hacer un resumen para que veáis que luchar por los sueños tienen su recompensa.
Todo esto, empezó en 2016 en donde no tenía ni idea de que hacer con mi vida. Acababa de terminar segundo de bachillerato, en donde había repetido el último curso durante dos años consecutivos ya que para mi era complicado. Pero también lo conseguí. En septiembre, tenía lo que por hoy se conoce como EVAU. Me quede a decimitas para entrar en la carrera de Magisterio infantil, por lo que tenía que actuar rápido si no quería estar un año sin hacer nada.
Me puse como loca a buscar cursos y di con un Grado superior de Técnico en Educación Infantil. Lastimosamente, no había plazas en las escuelas públicas ya que se habían adjudicado a otras personas que estaban en cola. ¿Pero me iba a quedar sin hacer nada durante un año? ¡No!. Busque y encontré un grado superior en Fuenlabrada, en donde residía. No me acuerdo exactamente lo que me costó, ya que solo pague la matricula y pedí la beca los dos años, por lo que estaba pagada por el estado. El N.I.L.E es un colegio donde se distribuía varios grados. Debo admitir que el primer día estaba nerviosa, pero era lo normal, soy una chica vergonzosa y no me gusta relacionarme mucho. Empecé el grado en octubre, pero la cosa no sería sencilla. El primer mes estaba super contenta, hasta que vino una de las épocas más difíciles de mi vida. Mi padre ingresó a primeros de noviembre, pero a mitad de ese mismo mes, falleció. Caí en una pequeña depresión, pero no podía verme triste ni mal, mi madre y mi hermana necesitaban que estuviera bien. Me ocupaba de los bancos, de ayudar en el bar en donde mi padre estaba trabajando, pero aún así iba a clase. La noticia me pilló en clase, y mi profesora en ese momento me llevo y el mismo colegio mando una corona de flores al funeral. Los profesores cuando volví me apoyaron mucho al igual que mi madre. Me dieron la opción de salir ese curso y volver al que viene, pero no quería hacerlo, necesitaba tener la mente ocupada.
Me costo sacarme un poco el primer curso. Casi a finales del primero, la persona que estaba conmigo me dejo. Aquello no era algo de lo que me preocupara, no era algo que me dejara de comer. Terminé bien el curso y en verano, conocí a quién a día de hoy es mi prometido. Empecé el segundo curso a su lado, y su apoyo hacía mis estudios era lo que yo necesitaba. Finalizando el año y casi empezando el 2017, tuve varios ataques de ansiedad y cada vez eran más seguidos, una vez a la semana. No sabía bien lo que me pasaba, hoy en día tampoco se que era lo que me pasaba. Pero tenía la necesidad de explotar. El segundo año, fue un año normal, con sus idas y venidas, Al finalizar el curso, los profesores nos dejaron una pequeña carta en donde a mi me escribieron que estaban orgullosos de todos los progresos que había conseguido ya que dudaban de que pudiera con todo.
Nada más terminar, eche la solicitud en varias universidades, en la de Madrid y en la de Toledo. Esta vez mis viajes iban a ir a Toledo. La ilusión de estar dentro de la universidad al fin, era algo que me emocionaba. Algo que aún no podía creerlo, ya que era el sueño de mi padre verme dentro de una. El primer día me encontré con Silvia, una chica un tanto alocada, que hacía que estuviera un poquito menos asocial. Tras ella, el grupo de dos para habilidades, creció reclutando a Macarena, Piedad, Laura, Teresa, Cristina, Denisse y Sandra. Creamos un grupo para ayudarnos en los cuestionarios de habilidades, y ese grupo que iba a ser solo para hablar de trabajos, se convirtió en un grupo de amigas, forjando una amistad que hoy en día agradezco. Hacíamos quedadas, nos enfadábamos con todo y por todo, pero ahí estábamos codo con codo luchando y apoyándonos las unas a las otras. Ellas me han visto llorar y caer cada día en la universidad, y caerme de verdad en la puerta del aula. Y no, no estaba borracha.
Mi chico y yo cada vez estábamos mejor, y con menos ataques de ansiedad. En segundo, la cosa se empezó a poner un poco fuerte con la entrada del COVID 19 en donde las clases empezaron a ser online. Muchos diréis 'que gusto' pero de gusto nada. Apenas nos enterábamos de las cosas y se escuchaban varias cosas que no se deberían de haber enterado. Ese mismo año, mi chico y yo comenzamos la mudanza para poder empezar a vivir juntos. Aunque ya lo estábamos haciendo, pero en casa de mi madre, y necesitábamos un poco de intimidad. Tercero comenzó como un año de idas y venidas entre la mudanza, las clases online, las necesidades de mi chico y yo de estar en un mismo sitio trabajando y estudiando. Cuarto fue un poco más a meno ya que estábamos más en clase, y menos tiempo enfrente del ordenador.
El viernes tres fue nuestra graduación. Ese día en que en teoría deberíamos de tirar el gorrito para arriba. P.D: en España eso no se hace, o al menos en la UCLM. Fue un momento de lloro y alegría. Me había graduado, aunque nos falta exponer el TFG pero todo creo que nos saldrá bien. Fue un día inolvidable con mis niñas y el amor de mi vida.
¡Ahora solo nos falta empezar las oposiciones!